miércoles, 6 de mayo de 2015


¡Al rico barquillo de canela para el nene y la nena,

son de coco y valen poco, son de menta y alimentan,
de vainilla ¡qué maravilla!, y de limón …
qué ricos, qué ricos , qué ricos que son!


“Soy Julián Cañas y soy parte de la historia de una familia de Barquilleros.
Mi padre Francisco Cañas nació en 1896, y en 1908 empezó con la barquillera a ayudar a su padre.

Al principio, después de la guerra, era difícil hacer los barquillos, por falta de condimentos, de azúcar y harina sobre todo, que es parte de lo que ellos llevan.
Yo desde los catorce años ayudaba a mi padre y él me enseñó el secreto de la artesanía de la oblea (galleta), el cono y todo tipo de barquillos.
Mi padre, me dejó una gran herencia, un oficio típico, y ésto se lo dejaré yo también a mis hijos Julián y José Luís, que en la actualidad ya empiezan a ayudarme a mantener esta tradición familiar y cultural.”

Seguro que has comido barquillos alguna vez. Sin embargo ya no estoy tan segura de que te los hayan vendido directamente hechos desde una barquillera. Mamá o papá los habrán comprado en el “súper” y vendrán bien envueltos en una bolsa de plástico.
El texto de arriba te hará comprender que no siempre ha sido así; que antes era un oficio, casi una artesanía, que a muchos de nosotros nos gustaría volver a ver por las calles, en las ferias y en otras celebraciones. Me traen buenos recuerdos de mi infancia y me gustaría que también a tí pudiera traerte recuerdos igualmente buenos.


¿Por qué recordar ahora barquillos y barquillera? Porque vas a empezar en la biblioteca a leer un nuevo libro que se titula: “El misterioso influjo de la barquillera” de Fernando Alonso.

Trata de…. ¡Ah, no!
¡Tendrás que leer con mucha atención y entonces lo descubrirás!
¡Te espero en la biblioteca!

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